Esta es la punta del ovillo

Les confieso que nunca imaginé que llegaría a conocer, con tanto detalle, la vida de mis ancestros paternos. Y menos saber que se habría desarrollado en el villorio de San Pedro de Choya (mirá el artículo original en el Nuevo Diario).

Un pueblo que tiene mi más sincera, profunda y secreta admiración; fundamentalmente por el grado de evolución tecnológica que se vívía en esa época, esa región y nada menos que ¡en la década de 1930!

Un domingo de marzo de 2006, en el matutino "El Liberal", apareció una nota fechada 19/03/2006, donde se afirmaba y mostraba que el primer "country" (barrio privado) de la Argentina estuvo en un pueblo de Santiago del Estero; y, nada menos que hace 100 años, sí, a comienzos del siglo IX.

En tal oportunidad no podía dar crédito de todo lo que me estaba enterando. Por ejemplo que el pueblo tenía un sistema de agua corriente, luz eléctrica de corriente continua, una central telefónica de última generación y un sistema de vigilancia militarizado casi perfecto; cuando en la misma ciudad de Santiago del Estero, no habrían llegado aun, estas maravillas tecnológicas...

Y aunque les cueste creer (a mí, me costó bastante), muchos de mis ancestros paternos han desarrollado su vida en éste pueblo, plagado de romanticismo, como el ciego amor eterno que se habrían prometido el catamarqueño José Vera (mi abuelo paterno) y la choyana María Baldomera Agüero (mi abuela paterna), fundando el tronco familiar de los Vera-Agüero. 

Esta familia tuvo ocho hijos (uno fallecido), uno de ellos fué mi padre José Raúl, el tercero en llegar, hijo preferido de José.

Y como una manera de estar en condiciones de husmear más cercanamente en estas historias, aquí les presento una actividad que no podrán creer ni resistirse. Iremos todos en la búsqueda de saber quién fué Nicéfora Espeche de Agüero (¿una de mis cuatro bisabuelas y tatarabuela de la mayoría de ustedes?), a partir de la inspección de un documento muy revelador de lo que podría haber sido su vida. Imagínense por ejemplo que la existencia de esclavos y de criados, todavía era una realidad (¿dolorosa?) en esos tiempos.

Después me puse a pensar y autoconvencerme que lógicamente se trataba de una historia apasionante, así como lo fue -por ejemplo- la del naufragio del Titanic. Pero las que nos ocupan aquí son historias autóctonas, propias, nuestras; y tienen, para nosotros la inobjetable virtud de dar respuesta concreta a las preguntas: ¿quiénes somos? y ¿de dónde venimos?

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