viernes, 17 de septiembre de 2010

Alguien que vivió en San Pedro de Choya nos revela datos asombrosos

Son relatos de pequeños detalles que nos permiten imaginar el entorno de la vida social y cotidiana de los primeros años del Siglo XX, en la región de Choya, al sudeste de la provincia de Santiago del Estero. No es muy difícil deducir de quién se trata dentro de nuestra familia, a juzgar por el relato, que es típico de una mujer y muy característico de ella.

No es ningún misterio, pasa que tengo la obligación de preservar las identidades de todos nuestros protagonistas, de la manera más cuidadosa posible, tal como lo expliqué oportunamente en este documento.

Con respecto a Choya donde nací, que fundara mi tatarabuelo, según contaba mi madre; era un pueblo muy particular porque era muy cerrado. La vida social que se desarrollaba solo entre sus habitantes nativos, nadie podía entrar, ni siquiera los de la capital de Santiago. Se la llamaba “República aparte”, por tener juzgado, cementerio, iglesia; todo lo necesario para su vida social, apartado y privado.

De tal dimensión social era la vida en esa época, que el gobernador de la provincia le pidió a mi bisabuelo Gómez Bracheri, la llave del cementerio de San Pedro de Choya. La respuesta de éste no tardó en llegar: “Si es macho que venga a buscarla”.

El pueblo de Choya era famoso por sus bellas mujeres y sus elegancias extremas. Vestían con modelos de Harrod’s y Gatt&Chávez. Estas prestigiosas tiendas inglesas, con sucursales en nuestro país, tenían los talles especiales de cada una de ellas. Ellas elegían sus arreglos a través de catálogos que les enviaban especialmente. Sus zapatos eran confeccionados a medida en la zapatería Frediani de la capital santiagueña.
Todo esto lo sé porque me lo contaba la señora Josefina Frediani de Gigli: que “sus padres y luego ella misma”, eran los propietarios de una fábrica de zapatos que confeccionaban calzados a medida en general y para ellas especialmente. Hoy sus nietos, que provienen de una tradicional familia santiagueña, tienen prestigiosas ópticas y otras empresas comerciales.
Iglesia de Choya y al lado la casa de Antonio Tula, que tenía
muchas habitaciones para huéspedes.

Fotografía gentilmente cedida por LEGT (acrónimo).
La iglesia de Choya bien conservada aun existe, pero el pueblo agoniza. Cada familia choyana tenía en los alrededores su estancia donde desarrollaban sus vidas de trabajo, en la agricultura y la ganadería.
La “Estancia Sobremonte” era la de mis abuelos, la estancia “La Aurora” de Vicente Espeche y Elvira Agüero, “Las Tejas” era de la Familia Navarro; “Los Posancones” de Bautista Espeche y Clemira Espeche (ellos eran primos hermanos y ella, hermana de mi abuela). La estancia “El Canario” era de la Familia Tolosa y “La Guardia” de Eudoxia Tula Tolosa (ver la foto de postal).
Anverso de tarjeta postal. Eudoxia Espeche, Teodomiro Tula y familia.
Fotografía gentilmente cedida por LEGT (acrónimo).
Muy cerca de allí, ya dentro de los límites de la Provincia de Catamarca, estaba la estancia “El Tala” de mis abuelos paternos. Esa propiedad quedó a nombre de Adelecia Vera. hermana de mi abuela paterna (madre de José Vera) y de José Espeche, que es el verdadero dueño de todas las propiedades de la zona de San Isidro y los campos. Mi padre no alcanzó a recibir absolutamente ninguna propiedad de manos de sus propios padres.
Reverso de la tarjeta postal donde pueden leerse los
nombres de las personas que aparecen al dorso.
Adelecia Vera era una persona tan gorda que mandó a construir un coche especial porque no entraba en los carruajes normales. La platería de José Espeche se perdió totalmente. Tenía hasta escupideras de plata.

Objetos de plata muy apreciados para la época.
José Espeche era primo hermano de mi abuela materna y hermano de mi abuela paterna. Fue cónsul en Chile y Perú; y como era ganadero pasaba ganado a Chile con arrieros al estilo de Domingo Sarmiento. Hacían el trueque de animales a cambio de platería y también la venta de animales. Murió soltero y, de tantas novias que tuvo, no se casó con ninguna.

Mis padres se casaron en la Estancia Sobremonte de mis abuelos y la fiesta duró una semana. Y, como soy alérgica a los papeles viejos, no pude llegar a la catedral para recabar más datos.
Yo solo quiero agregar que es muy especial el tratamiento de los nombres propios de los choyanos: Adelecia, Eudoxia, Clemira; son nombres patronímicos*, de orígen español, poco comunes y que por su extravagancia suenan muy raros a nuestros oídos.

Y hablando de cementerios quiero mostrarles un documento que pertenece al cementerio de San Pedro de Choya. "El muerto", según los términos aplicados en este documento, Pedro Alejandrino Agüero era un bisabuelo mío; el padre de mi abuela María Ramona Baldomera Agüero de Vera Espeche.

Calcule cada uno de ustedes cuál es su parentesco que le toca. ¿Les provoca resquemor o impresión?




Notas       ________

* patronímico, ca. [RAE]
   (Del lat. patronymĭcus, y este del gr. πατρωνυμικός).
1. adj. Entre los griegos y romanos, se decía del nombre que, derivado del perteneciente al padre u otro antecesor, y aplicado al hijo u otro descendiente, denotaba en estos la calidad de tales.
2. adj. Se dice del apellido que antiguamente se daba en España a hijos, formado del nombre de sus padres; p. ej., Fernández, de Fernando; Martínez,Martín. U. t. c. s.