Santiago tuvo el primer “country” del país
Martes 8 de Diciembre de 2009 | Fue en San Pedro, departamento Choya. En la década del 30 del siglo pasado, alcanzó tanto esplendor que era visitado por personalidades provinciales y nacionales. Tenía cañerías de agua y al predio se accedía solicitando permiso por teléfono, entre algunas de sus excentricidades.
San Pedro de Choya es un pueblo hoy olvidado, pero con rica historia, que se ubica unos kilómetros hacia el norte, de la localidad de Choya, en el departamento homónimo. Cuentan sus pobladores que en su época de esplendor, allá por los años ‘30, primeras décadas del siglo XX, fue un pueblo de grandes esperanzas, mucho trabajo y sueños concretados gracias al funcionamiento de hornos de cal. Llegó a ser el primer “country” del país, donde grandes personalidades del ambiente local, provincial y nacional llegaban para disfrutar de la tranquilidad del pueblo y la calidez de su gente.
Uno de sus pobladores cuenta sobre el pasado de su pueblo y en sus ojos se puede ver un brillo particular, al recordar lo que había vivido en la “época de oro” de San Pedro. Don Rodolfo Leiva nació y se crió en el pueblo, y hoy con sus ochenta años, brinda un viaje hacia aquella época, relatando que hace treinta o cuarenta años atrás “el pueblo era muy habitado y ofrecía trabajo, mayormente en los hornos de cal, que era trasladada por carros y tractores”.
Don Rodolfo trabajó 31 años en esos hornos. Los propietarios de los mismos era la familia Yachellini, una de las más tradicionales de esa sociedad, como lo fueron los Leiva, Reinoso, Chávez, Gómez Tula, entre otros.
San Pedro en esa época contaba con una cañería subterránea que alimentaba también a la plaza principal; sin embargo hoy no cumple ninguna función, simplemente son reliquias que quedan del pueblo. Estas cañerías eran alimentadas por un pozo que los vecinos lo llamaban “El molino”, el cual se encuentra todavía en el sector sur.
Leiva también recuerda que “había un bazar donde la gente se entretenía con ruletas y caballos de juegos que funcionaban a cuerda, los cuales se ponían en movimiento con monedas de 1 centavo. Y terminados estos entretenimientos, comenzaba el baile, a cargo de doña Dalinda Gómez, esposa de Antonio Tula”.
Otra vecina, de apellido Reinoso, conocida como doña Marquesa, cuenta que en la casa que fuera en vida de don Fernando Gómez, había un teléfono “que comunicaba hacia una casillita para autorizar a quien quería entrar al pueblo, ya que este poblado fue conocido como el primer ‘country’ del país”, así lo detallan relatos históricos de la zona.
Sin embargo, su esplendor decayó con el cierre de los hornos. En los vecinos hoy se ve la tristeza y el desaliento por lo que actualmente es San Pedro; pero a la vez tienen sus esperanzas puestas en que algún día, alguien los tendrá en cuenta para volver a reflotar el pueblo y a sus tiempos felices.
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